Ministro Haroldo Brito Cruz asumió presidencia de la Corte Suprema en simbólica ceremonia de traspaso de mando

El ministro Haroldo Brito Cruz asumió como presidente de la Corte Suprema para el bienio 2018-2019 en una simbólica y emotiva ceremonia realizada ayer –lunes 8 de enero– y a la que asistieron las más altas autoridades del sector justicia.

El saliente presidente, Hugo Dolmestch, impuso al ministro Haroldo Brito la piocha que simboliza a la máxima autoridad del Poder Judicial, en medio de los aplausos de los asistentes a la ceremonia, que colmaron el salón de honor del Palacio de Tribunales.

Entre las autoridades presentes se encontraban el presidente del Senado, el fiscal nacional, los presidentes del Tribunal Constitucional y del Consejo de Defensa del Estado; la contralora (s); además de senadores, diputados, magistrados y los presidentes de las Cortes de Apelaciones de Santiago, Concepción y San Miguel, familiares e invitados.

Al inicio de la ceremonia, el ministro Dolmestch reveló los principales logros de su periodo, entre ellos: avances en materia de infraestructura y modernización; la creación de la Secretaría de Género y No Discriminación, y mejoras en el acceso a la justicia, entre otros.

En su discurso de asunción, el nuevo presidente de la Corte Suprema, Haroldo Brito, sostuvo que “el encargo de presidir es una gran responsabilidad que solo con la asistencia de mis pares y el compromiso de todas mis capacidades confío atender correctamente”.

“También es un gran honor de orden profesional, muy significativo porque este tribunal encabeza y orienta una judicatura cada vez más respetada por sus decisiones, que se ha comprometido con los procesos de cambio que exigen las jurisdicciones modernas”, agregó.

Junto con destacar los avances en los procesos de modernización y en la tutela de derechos que han importado las reformas procesales en el ámbito penal, laboral y de familia, el ministro Brito adelantó algunas materias en las que se debe trabajar en el ámbito judicial.

Entre ellos “la obsolescencia del Código de Procedimiento Civil, que sin lugar a dudas debe ser enfrentada nuevamente y, esta vez, concluida con la promulgación de un código que prevea procesos aptos para la resolución informada y oportuna de los conflictos de esta clase”, afirmó.

Sobre el rol del máximo tribunal del país, el presidente Brito dijo que “habrá de decidirse cuál es la función que de manera coherente con los criterios que conformen las instancias, ha de asignarse a esta Corte Suprema. De la simple observación de las judicaturas se desprende que no hay un modelo único de tribunal supremo, sino variadas opciones para atender lo que se estima ha de ser de su competencia para la tutela y promoción de la legalidad. Por cierto que no puede considerarse que nuestra actual solución es necesariamente la correcta”.

Por ello, añadió: “Habrá que decidir acerca del valor del precedente en la resolución de casos futuros y, claro está, antes, cuando estamos ante un genuino precedente, cuestión ligada a la reiteración de hechos, y a la argumentación jurídica de la decisión. A propósito de esto mismo, y no es menos importante, habrá que ocuparse del roce entre los precedentes y la evolución del Derecho, porque es evidente que el conflicto entre la certeza jurídica y las nuevas interpretaciones no podrá decidirse generando involución”.

En el plano interno, el ministro Brito invitó a avanzar en los procesos de selección “de ascensos fundamentalmente, para concordar y generar mejores condiciones de objetividad”.

El nuevo presidente agregó que “también está vigente, como un problema que tensiona fuertemente nuestra relación con la Asociación Nacional de Magistrados, el tema disciplinario, que se reduce a la necesidad de que en la ley sean previstos los tipos infraccionales ante la indeterminación de las conductas prohibidas en el Código Orgánico de Tribunales. Este reclamo también comprende la instalación de un proceso sancionatorio legal que contenga las garantías del debido proceso”.

El ministro Brito Cruz inició su primer día en la presidencia con la llegada al Palacio de Tribunales a las 8 de la mañana, siendo recibido con aplausos por los funcionarios de la Corte Suprema y de la Corte de Apelaciones de Santiago.

El magistrado Haroldo Brito inició su carrera judicial el 5 de noviembre de 1971, como oficial segundo del Tercer Juzgado del Crimen de Valparaíso. En marzo de 1975, asumió como juez titular del Primer Juzgado de Letras de Los Andes y, el 21 de julio de 1976, como relator titular de la Corte de Apelaciones de Santiago.

El 24 de abril de 1980, fue nombrado juez del Segundo Juzgado del Crimen de Viña del Mar y, el 30 de agosto de 1984, inició funciones como juez titular del Segundo Juzgado del Crimen de Santiago.

El 22 de mayo de 1989, se convirtió en relator titular de la Corte Suprema, cargo en el que estuvo hasta el 11 de enero de 1996, fecha en que asumió el cargo de ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, tribunal de alzada que le correspondió presidir desde el 1 de marzo y el 28 de junio de 2008, fecha de asunción en la Corte Suprema.