Claudia Flores Rivera
Docente de Ped. En Educación Diferencial
Universidad San Sebastián, Sede De la Patagonia
Durante estas últimas semanas, el gremio de profesores se ha visto fuertemente expuesto, a partir de las demandas y necesidades que históricamente ha manifestado la educación pública. Ciertamente, en ocasiones como ésta, es donde la labor del profesor es fuertemente cuestionada debido a la connotación social controversial que la figura del docente proyecta en el país.
Al margen de los acontecimientos, nadie puede desmentir que la figura del profesor impacta y marca fuertemente en el desarrollo de la infancia y la adolescencia, llegando incluso, en algunos casos, a ser la única figura masculina significativa en el desarrollo socioemocional de los niños, en particular para aquellos niños en que la figura paterna está ausente o lejana.
Las escuelas, históricamente, han sido espacios en que el rol docente ha sido asociado a las mujeres; sin embargo, el papel del docente varón es único y singular. Se vinculan de una manera diferente con sus estudiantes estableciendo lazos de complicidad y acompañamiento que van allá de la autoridad. Muchas veces llegan a ser verdaderos amigos y, por qué no decirlo, pasan a constituirse como verdaderas figuras parentales para algunos estudiantes, en especial aquellos docentes varones que se desempeñan en escuelas especiales y hospitalarias, casas de acogida, hogares de menores, liceos y escuelas rurales.
Los varones en la educación, se convierten en referentes que posibilitan a los niños, desde temprana edad, vincularse de manera natural y cotidiana con el género masculino. En aquellos espacios, los profesores pueden llegar a convertirse en verdaderos pilares de formación, cumpliendo funciones que van mas allá de la transmisión de contenidos. Y es que con la cotidianidad del trabajo del profesor, se favorece el mantener y consolidar lazos de apego y seguridad, en particular por la gran cantidad de horas a la semana que permanecen junto a sus estudiantes.
Si tiempo y calidad son una fórmula perfecta para establecer relaciones significativas, entonces el rol del profesor es privilegiado, puesto que, en todas esas horas de presencia activa con los estudiantes, pueden levantar las aspiraciones de los niños, conducirlos a alcanzar sus verdaderos sueños e impactar significativamente en aquellos que, en generaciones posteriores, serán los que conducirán e influenciarán el desarrollo de un país.
Para muchos niños, el profesor es una imagen significativa y válida que se equipara con la imagen paterna. Muchos logran creer en ellos mismos y sus capacidades porque su “profe” está ahí para repetírselo una y otra vez. A esos docentes que educan con amor y son verdaderos padres para sus estudiantes, hoy les saludamos y reconocemos, invitando a las nuevas generaciones de docentes varones a educar con este mismo sentido paternal y calidez de aquellos que hoy siguen haciéndolo en el silencio de cada sala de clases de nuestro país.