Si bien es cierto Jorge Molina, parte de la institución de educación ambiental “Descubriendo” y otras organizaciones de la sociedad civil en Cochrane, reconoce que su idea no es original, “la copiamos de algo similar en La Junta”, lograr concretar una idea tiene su mérito, sobre todo cuando el proyecto es familiar y puede significar una medida concreta de adaptación al cambio climático. “Mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo”, dijo hace décadas el escritor uruguayo, Eduardo Galeano.
Hasta ahora construyó tres piscinas de acopio de agua lluvia, cada una puede almacenar unos cuatro mil litros. “Con esto hay una mayor humedad, aportamos a la flora nativa y lógicamente un acopio de agua para eventos como la sequía, que en Cochrane cada vez es más notoria. Tenemos cerca el río, cada vez más bajo y la población aumenta, entonces hay una mayor presión sobre el arroyo Tamango, que es donde se saca el agua. En el sector de las chacras en verano tienen que ir con camiones aljibes”, señala Jorge Molina.
Estas piscinas captan el agua lluvia a través de los techos y llegan a un estanque de 1200 litros y desde allí a las piscinas, ubicadas al oeste de Cochrane, a un kilómetro, cuando mucho. “Están hechas de manera muy rústica, impermeabilizando el suelo con un plástico grueso y teniendo cuidado que no se queme con el sol”, explica Jorge Molina.
El acopio busca aprovechar el agua lluvia con estos grandes contenedores ubicados a distintas alturas y si bien lo primero que pensaron fue en acumular agua para el riego, pronto se dieron cuenta que la naturaleza se abre paso y hace su trabajo, mucho más rápido que la imaginación humana. “Como las lagunas son grandes y espejos de agua, también generan impactos y hacen un microclima alrededor de los árboles donde están ubicadas, obviamente hay insectos que ponen sus huevos, esperamos que lleguen ranitas, las aves sacan su agua de allí. No es solamente un fin, uno hace algo y la naturaleza dispone como un recurso para sí misma”, expresa Molina.
“La idea es aportar y entender que uno no vive solo en ningún lugar, siempre hay animales e insectos y hay colaboración mutua”. Una manera muy holística de entender al ser humano y su relación con la naturaleza.